Itziar Ziga

"Dra. Ziga: experta en putología y perróloga"
¡QUEER ES COMPARTIR! por Itziar Ziga
Hace cinco años, acudí a una fiesta que se organizaba en un local okupado en Barcelona con el fin de recaudar algo de dinero para la Queeruption que se avecinaba. Llevé mi maleta de cedés rayados, me habían convocado para que pinchase. Pero no me dejaban, para variar. Entre aquella batalla campal de machorros dj’s anfetaminados no tenía nada que hacer, ni pensaba intentarlo. Imponer mi música nunca me ha parecido una vía de diversión. Las amigas maricas que me habían llamado se disculpaban. Al final logré que me dejaran un cuarto de hora en los mandos y arranqué con un remix maquinero de La Pantoja. Mientras mi gente bailaba, los energúmenos destronados querían matarme. Entonces apareció a mi lado una chica tuneada al estilo king muy pesada y me dijo: bueeeeno, vamos a ver que ponemos, tienes que pinchar para todo el mundo y esto no nos gusta. La fulminé con la mirada mientras tarareaba Así fueeeee a los gritos. Pero ella/él insistía. Incluso trató de husmear entre mis cedés. Le mandé a freír espárragos. Entonces, enojada me dijo: ¡Queer es compartir!
Todavía me muero de la risa al recordarlo. Hay gente que salta directamente de la catequesis al rollito queer sin apenas enterarse. Jamás me he autodefinido como queer. Ni siquiera sé pronunciar bien la palabra. Pero al menos reconozco lo que significa y me identifico con toda una revolución multiorgánica –y multiorgásmica- de maricas, marimachas, travelos, putas, bolleras, petardas, chaperos, gender fuckers, osas, invertidas, viciosas, precarias,… que sobrevivimos en los márgenes del género, de la clase, de las geografías de lo normal, de las alcantarillas del sexo. Y eso es queer, compartir nuestros destierros, nuestra rabia, nuestra lucha y nuestro orgullo de  proletarias.
Viví, junto con la loca Irene de Parole…, le emergencia queer en Barcelona. Cuando nos apretábamos en una sala para escuchar a nuestro mesías Beto Preciado. ¡Nunca olvidaré aquella primera vez! Sentí como si se hubiera producido un goooooong en mi cerebro, ya nada ha vuelto a ser igual. Yo que vengo del feminismo, de sus necesarias aunque cómodas dicotomías. Desde entonces sólo afirmo que soy mujer por diagnóstico médico y por estrategia política.
Queer es una moda.Definirse como queer puede ser otro armario, un estadio difuso y divertido que trata de situarse a veces por encima de toda una trayectoria de lucha social (especialmente feminista). Como si por el mero hecho de plantarte un dildo en la cabeza a modo de unicornio pasases a encarnar un género superado y a borrar de tu piel toneladas de represión histórica. El queer de generación espontánea me aburre sobremanera.
Ser una puta trans que se tiene que escapar de casa a los quince años para que no la maten, ser una marica apaleada, ser una bollera peruana emigrada, ser un chico trans aterrorizado con que un grupo de machos descubran su secreto y lo violen,… ni es difuso ni es divertido. Sobrevivir en este mundo de capitalismo patriarcal y heteronormalidad no es ningún capricho, ningún lujo, ningún juego de máscaras. Es una resistencia, a veces gozosa, pero siempre inevitable. Eso es queer.  

Artículo de Itziar Ziga para el Parole de queer 1
Itziar Ziga es periodistx y autorx de Devenir perraUn zulo propioGlamur i resistència y Sexual herria y escribe habitualmente en Hasta la limusina siempre.



GRAN SURTIDO EN GÉNEROS por Itziar Ziga
Hace ya seis años, entraron los trans masculinos en mi vida. Vaya si entraron. Digo trans masculinos como si fuera una nueva especie, en algo sí lo son. Era muy divertido observar la divergencia de género hacia la que pueden derivar seres diagnosticados en el paritorio como hembras humanas. (Sí, el género es un diagnóstico médico gracias en gran parte a un carnicero llamado John Money y a su protocolo de asignación -y reasignación- sexual.) 

Allí estábamos los trans y las nenas. Yo ironizaba con ellos y les decía que mi género era princesa.

El feminismo se atrincheró tras el género mujer, a veces demasiado. Pero ahí están las insolentes mutaciones trans para sacarnos del atontamiento. De hecho, en espacios feministas exclusivos de mujeres (caladona, mambo,...) se han vuelto un poco turulatas decidiendo si dejaban entrar a trans, y en caso afirmativo, ¿quien sería bien recibido, un hombre con coño o una mujer con polla? Vaya dolor de cabeza. Algunas resolvieron que podían entrar unos y otras, porque a fin de cuentas eran guerrilleros antipatriarcales como las feministas de siempre. ¿Entonces por qué no abrir de una vez la puerta a las bio-maricas?

La tierra de nadie trans ha exorcizado las miserias de anclarme en el género mujer, ha ensanchado mis confines sociales hasta el infinito. Yo también habito en esa tierra sin dueño. Peleo, sobrevivo y gozo en ella. 

Cuando, en una noche de orgía desenfrenada, decidimos fundar ex_dones, todas estuvimos de acuerdo en que sólo podíamos regresar al activismo feminista desde un planteamiento radicalmente cuestionador del género. Negando esa inevitabilidad que nos vuelve exclavas temerosas antes de haber nacido. Eso no quiere decir que no arrastremos lastres de lo que supone socialmente ser mujer, y cosas buenas también. Nadie se desgenera, no existe el vacío, el folio en blanco. Esa busqueda es tramposa y absurda. "El genero es una copia sin original", decía Judith Butler. Pero existe la mutación. Y el regocijo en lo sucio, en lo impuro, en la perversión de género.

Alaska redondea así la sentencia que lanzara Simone de Beauvoir hace sesenta años: “No sólo no se nace mujer, sino que nunca se llega a serlo”.

Así que a estrenar género, nenas.  

Artículo de Itziar Ziga para el Parole de queer 2
Itziar Ziga es periodistx y autorx de Devenir perraUn zulo propioGlamur i resistència y Sexual herria y escribe habitualmente en Hasta la limusina siempre.


LAS PERSONAS Y EL RESTO por ITZIAR ZIGA
"Soy una persona" y "me considero ciudadana del mundo" son dos de las tres gilipolleces comunes que mas me irritan. ("De tan buena, parezco tonta" completa mi particular lista de sandeces de manual. No lo olvidéis, conservar la distancia de precaución con quien sea capaz de atribuirse tanta bondad:estaréis delante de un cabrón manipulador de marca mayor.)
Lo de gritar a los cuatro vientos que todas somos iguales,personas humanas, esencialmente idénticas, es una trampa de los discursos de la modernidad que trata de invisibilizar las injusticias mas brutales bajo el manto de la democracia y los derechos humanos. Es tan insultante y perverso como los blancos que aseguran sentirse por dentro negros. No te jode, pues hazte un transplante de piel, ensánchate los rasgos faciales y sal a comerte el mundo como negro. Ya veras como aumentan estrepitosamente tus probabilidades de terminar en la cárcel o en la miseria y a quien se anuncia como ciudadana del mundo:pues cruza el estrecho de Gibraltar como europea (en ferry) y luego intenta regresar como africana (en patera). Veras que gracia te hace descubrir en tu propia carne la violencia de esas fronteras que a ti parecían no afectarte.
Que se lo digan a Deborah, una puta trans sin papeles muy morena y colombiana eso de que todos somos iguales.
Claro,las identidades mas evidentes son siempre las desventajosas, las repudiadas,las inferiorizantes.No es muy habitual escuchar a alguien presentarse así: hola, soy Pablo, un bio-hombre, blanco, heteronormativo, machista, homófono, privilegiado y por tanto, facha, es decir, empeñado en que las cosas sigan exactamente como están porque me favorecen, incluso que mejoren para mi y se pongan todavía mas chungas para la inmensa mayoría de la población. De hecho, Pablo es bastante fácil que en alguna cena de empresa en que se sienta especialmente inspirado anuncie que se considera "una persona y un ciudadano del mundo".Y dos cubatas después incluso puede soltar aquello de que es "demasiado bueno",aunque esta tercera perla es mas típicamente femenina. Y cuatro tragos mas tarde, es bastante fácil que junto a sus compañeros de trabajo acabe en la whiskeria"Las Vegas" y elija a Deborah entre el resto de las chicas y le eche un polvo (si es que con tantas copas todavía empalma) y puede que hasta sea mas amable con ella de lo que ha sido los últimos veinte años con su esposa. Y al día siguiente, aparte del resacón y del miedo a que sus compañeros se hubieran percatado de que escogió precisamente a la trans (por lo que tendrá que esmerarse en proclamar su virilidad a través de todos los cometarios homófobos que sea capaz de emitir), todo seguirá igual para él. Pensará que a quien no le van bien las cosas, es porque no vale o porque no quiere. 


Artículo de Itziar Ziga para el Parole de queer 3
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ESTÁBAMOS TAN CACHONDAS Y ÉRAMOS TAN MONAS por ITZIAR ZIGA
Algo perturbador y a la vez fantástico del posporno es que una siempre se siente primeriza. Nada está demasiado preparado, sobre todo tu herramienta corporal. Cuando tras mil noches de buenos aunque baldíos propósitos, por fin grabamos Siempre que vuelves a casa, Elena-Urko de Post_op anunció que tenía que meterle mi pepino por detrás, ya que no llevaba el chichi rasurado, y yo trataba de estimularme la libido adormecida por esos tiempos, -también las PosPornoStar nos sentimos a veces como un secarral- a lingotazo de Martini del Dia. 
Desde que Annie Sprinkle nos exortara a registrar nuestros propios discursos sexuales en la Maratón Posporno de junio de 2003, los videos, performances, talleres, festivales, debates y orgías satánicas se han multiplicado como maíz transgénico. El posporno recupera para el feminismo la centralidad del sexo y ahuyenta los vestigios de la mojigatería cristiana y burguesa.
Todo está hecho y, al tiempo, todo está por hacer. Hay algo radicalmente liberador en el posporno que tiene que ver con poner la carne propia en el asador. Exhibir el gozo grupal de nuestros cuerpos enfermos, sucios, perversos, amorfos, apoteósicos, es una venganza que se sirve en plato hirviendo. No lo pueden soportar.
¡Estábamos tan cachondas y éramos tan monas!
Recuerdo en plan abuelita cebolleta politóxica cómo nos devanábamos los sesos en el Taller de Tecnologías del Género en debates a cerca de qué era posporno y qué no. Las corrientes y contratendencias se sucedían en una vertiginosa espiral lúbrica. También fuimos aprendiendo a protegernos, a exponernos sin hacernos daño, a decir no. One more time.
Aunque algo revelador, radicalmente exorcizante, catártico, explosivo, fue descubrir que, cuando te muestras insultantemente desnuda, abierta, activa, depredadora, nadie se atreve a meterse contigo. No hay macho que tenga cojones lo suficientemente llenos como para importunar a dos zorras en celo que se están comiendo el coño en un parque. De pronto, la escena porno salta de la pantalla al césped. Las tiene ahí, pero no sabe qué hacer con ellas. No hay ningún director que grite ¡acción!, no puede darle al pause. 


Esa autosuficiencia es posporno.

Artículo de Itziat Ziga publicado en el Parole de queer 4.
Diseño de la revista por Nac Scratchs.


Artículo de Itziar Ziga para el Parole de queer 4
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OUIJA QUEER por ITZIAR ZIGA
Las raritas tendemos a identificarnos con seres sobrenaturales, no censados, quiméricos, aberrantes, amenazadores, fugitivos de todas las normas que gobiernan esta dimensión heteropatriarcal que nos asfixia, invencibles. Pero, ¿se sumarían a nuestra horda transfeminista o su marginalidad no entraña conciencia política ni compartimos el mismo enemigo? Vampiresas, zombies, alienígenas, brujas, robots, poltergeist, muñecas diabólicas, replicantes, lamiak, amazonas siderales,… 
Buscar una vena rebosante, perforar, sorber como si de un granizado de limón en medio del desierto se tratara, contagiar, deliciosa promiscuidad, toda una noche eterna de fiesta en cualquier mansión abandonada y maldita, con ese look tan gótico, tan marica, tan polvoriento, el púrpura tatuado bajo los ojos, el terror al sol,… No digas que fue un sueño.
Lo de las zombies lo llevo peor, aunque jamás negaría su posibilidad. Tampoco me gusta que lo hagan con la mía. He creído ver alguna los martes, a veces en el espejo. Pero no parecen felices, ni cuando devoran cerebros. Aunque nunca nos muestran sus no-vidas mientras descansan de cazar humanos. Igual conspiran y hacen esas pintadas que alguna vez he leído en un muro: ¡Cómete a los ricos! 
¿Fantasmas, ánimas en pena, espíritus? Depende de quienes. Graciana de Barrenetxea, Olympe de Gouges, Mae West,… ¡bienvenidas! Deben seguir de muy mala leche después de todo lo que les hicieron. Y podrían revelarnos las flaquezas del enemigo: han tenido tiempo para observarlo.
¿Alienígenas? si se paran a mirar este planeta medio segundo, se ponen de nuestra parte. Fijo. ¿Replicantas y robots? Su destino siempre es rebelarse contra sus creadores, la ciencia y el ejército. Contaremos con su alianza. ¿Qué decir de Satana? Debe adorarnos.
La tendencia aprendida a creer que “las otras” no han desarrollado conciencia y a no reconocernos en sus luchas, es uno de los dispositivos de domesticación patriarcal más eficaces. ¿Y si empezamos a dar por hecho que sí, que siempre y en todas las dimensiones hay células de gozosa resistencia? 
Cual monstrua empiezo a sentirme más empoderada en las tinieblas. 
Artículo de Itziar Ziga publicado en el Parole de queer 5.
Diseño de la revista por Nac Scratchs.


Artículo de Itziar Ziga para el Parole de queer 5
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Itziar Ziga es periodistx y autorx de Devenir perraUn zulo propioGlamur i resistència y Sexual herria y escribe habitualmente en Hasta la limusina siempre.